martes, 19 de julio de 2011

VISITA A LA SANTISIMA VIRGEN DEL CARMEN.


VISITA  A LA
SANTÍSIMA VIRGEN DEL CARMEN
"Quien muriere revestido con mi Santo Escapulario no padecerá las penas del infierno".

POR LA EDITORIAL "EL MONTE CARMELO"
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BURGOS
1971



"EN LA VIDA PROTEJO, EN LA MUERTE AYUDO, DEL PURGATORIO SALVO".

VISITA Y COLOQUIOS A LA VIRGEN DEL CARMEN
PARA TODOS LOS DÍAS DE LA SEMANA

ADVERTENCIAS

Habiendo crecido notablemente en estos últimos años la piadosa costumbre de visitar diariamente a la Virgen del Carmen, constituyéndose para ello coros de siete personas, que, con riguroso turno, visiten a la Reina del Carmelo en los siete días que comprende la semana, ha parecido necesario publicar la siguiente Visita, que a más de la oración preparatoria y final para todos los días, contiene devotos coloquios entre la Santísima Virgen y el alma para cada día de la semana.
Tiene esta Visita, entre otras ventajas, la de que las personas que por devoción laudable saludan diariamente a la dulce Madre del Carmelo, encuentran en ella reflexiones y conceptos distintos para manifestar de modo variado su acendrado amor a la que es Consuelo de los afligidos.
Haga esta soberana Señora por medio de esta Visita, que la devoción de su Santo Escapulario se difunda y arraigue más y más cada día en el pueblo cristiano.
Por la señal, etc.
Acto de contrición

ORACIÓN PREPARATORIA

¡Madre mía dulcísima, Virgen del Carmen!. Aquí vengo a tus virginales plantas fatigada y sedienta para que tú temples la sed intensa que me devora. Sí, Madre mía amabilísima, te amo con todo mi corazón, con todas mis potencias, con cuanto soy y puedo. Bien quisiera, Reina del Carmelo, que todos te amasen, adorasen y rindiesen el homenaje debido a tu celestial hermosura y a tus inefables suavísimas virtudes. ¡Oh Madre mía!, no te conocen; son ciegos y no ven la angélica belleza de tu rostro; son sordos y no oyen el suave acento de tu voz. Yo quiero darte gracias por los beneficios que de tu larga mano he recibido y que todo el mundo se asocie a este hacimiento mío de gracias. Yo quiero extender tu gloria y cantar tus altísimas virtudes y que todo el mundo me haga coro en este canto mío. ¡Oh!, qué dicha, si todos los hombres se uniesen y te proclamasen Madre, Reina y Emperatiz de todo lo creado!. ¡Qué gozo, si todas las criaturas, animadas e inanimadas, entonasen un himno a la criatura más excelsa y preeminente, más bella y santa que jamás existió, a la que es gloria de Jerusalén, alegría de Israel y honor de nuestro pueblo!. Dame, abogada mía, tu gracia para pasar unos moemntos en dulces coloquios contigo. Amén.

Ahora se reza el coloquio correspondiente.

JACULATORIAS

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo las necesidades de la Iglesia Católica
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo las necesidades del Santo Pontífice.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo las necesidades de los cofrades del Escapulario y el alivio de las benditas almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo las necesidades de mis padres, parientes y amigos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo mis propias necesidades y en particular...(Exprésese)
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo las necesidades de mi nación.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía del Carmen, yo te recomiendo la conversión de los pecadores, herejes, cismáticos e infieles.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
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*Con los siguientes Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patri, puede satisfacerse la obligación que los cofrades tienen de rezarlos para ganar alguno de los privilegios del Escapulario.


ORACIÓN FINAL

Virgen Santísima, Madre mía del Carmen. ¡Qué dulce es pasar un rato en tu compañía y gozar del cariño de tu bondadoso corazón!. Yo deseo, Madre mía, que todos sin excepción, se cobijen bajo la refrigerante sombra de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti por los estrechos y amorosos lazos de esta insignia querida. ¡Oh hermosura del Carmelo!. Míranos a todos con ojos de maternal cariño; dispénsanos benigna tu protección poderosa, y enciende en nuestros corazones el fuego de tu amor y el de tu hijo divino Jesucristo. Yo te recomiendo, Virgen del santo Escapulario, las almas benditas del Purgatorio a las que tienes ofrecida tu especial protección y ayuda, las necesidades del Sumo Pontífice y de la Iglesia Católica; las de mi nación y las de todo el mundo, las de mis parientes, amigos y conocidos, y a mí, en particular, difiéndeme y ampárame, socórreme en esta necesidad particular... (exprésese). Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores como ofenden a tu Hijo dulcísimo: a tantos herejes que quieren corromper las augustas doctrinas por Él enseñadas: a tantos cismáticos que quieren hacer jirones la túnica inconsútil de su Iglesia; ilumina a los infieles que gimen todavía en las tinieblas del paganismo. Que todos, Reina mía, se conviertan y reconozcan tus bondades, te veneren y te amen como yo deseo y te prometo honrarte, amarte y venerarte. Una gracia en especial te pido antes de alejarme de tus divinas plantas, ¡oh Madre adorada de mi corazón!: que así como yo te visito ahora complacido por tus inmensas bondades y maternal amor, así Tú te dignes visitarmen en mis postreros momentos, consolándome con tu presencia y ayudándome con tu gracia. No me abandones, ¡oh Madre mía y Reina del Carmelo, en aquella mi última hora!. Acude solícita en mi favor, como tierna madre al peligro de su hijo, y libre de mis enemigos, llévame a gozar de la eterna dicha del Paraíso en compañía de mi Redentor Jesús, donde cante por siempre sus glorias y las bondades de tu maternal corazón. Amén.


MEMORARE DE SAN BERNARDO

Acordaos, oh pregrina
Madre de gracia divina
Que en cuanto el sol ilumina
No se oyó jamás decir
Que hubo un pecador siquiera
Que a vuestro amor acudiera
Sin que de Vos consiguiera
Cuanto os llegase a pedir.
Por eso, Madre adorada,
Aunque con culpas manchada
El alma recurre a Vos;
Oidme, Reina potente,
Y mi demanda doliente,
Despachad pía y clemente,
Pues que nada os niega Dios.
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!.


COLOQUIOS

DOMINGO

Oración preparatoria

La Virgen.- ¡Oh! tú, alma redimida con la sangre de mi divino Hijo, alma que sufres, que ansías por unos momentos dejar ese ruido mundano que tanto te fatiga; ven a mí, que soy Madre de misericordia, que siento, hija mía, especial consuelo en poder mitigar tus dolores y sufrimientos; dime con filial confianza todo lo que desees; pídeme sin temor todo lo que necesites, que yo Madre generosa y compasiva, te lo concederé, si conviene a tu salvación.

El Alma.- Madre mía muy amada, Virgen del Carmen; sí, yo quiero responder a tu amoroso llamamiento; aquí vengo a postrarme a tus plantas, a derramar todo mi espíritu en tu presencia. Tú eres la alegría de mi corazón, mi consuelo, mi refugio, mi descanso. Fuera de Ti no encuentro sino amargura y dolores, contigo no experimento, sino descanso y consolación. Por eso vengo a Tí, sedienta como ciervo, a beber las aguas de la gracia que brotan frescas y abundantes de tu santo Monte Carmelo. Aquí me estaré, aquí me sentaré junto a esta corriente de aguas vivas, para que tú, Madre mía, sacies la sed devoradora que tengo de amarte.

Jaculatorias y Oración final.


LUNES

Oración preparatoria

La Virgen.- Hija mía, te veo muy acongojada, muy afligida, por las encontradas pasiones que se disputan el señorío de tu corazón. Ven a Mí, no temas: ¡soy tu Madre!... Dame, hija mía, dame tu corazón, hazme depositaria de tus pensamientos. ¿Qué es lo que te afige?. No temas, hija mía, al demonio, porque él yace encadenado a mis pies; no temas al mundo, porque yo te mostraré sus pompas y vanidades; no temas a la carne, porque yo te enseñaré el modo de tenerla sujeta y rendida al espíritu. No llores, hija mía, sólo deseo tu corazón.

El Alma.- ¡Oh, qué buena eres, Reina del Carmelo, Madre mía muy amada!. Sí, Madre mía, a Ti sola doy yo mi corazón; en tus manos deposito todos mis pensamientos; no quiero, dulce Reina mía, que nadie más que Tú enjuague mis lágrimas, que nadie más que Tú calme mis dolores, que nadie más que Tú sea depositaria y guardadora fidelísima de mis más delicados sentimientos. Cobijada bajo tu manto carmelitano no temeré al mundo, ni al demonio, ni a la carne. Con tu ayuda espero triunfar de todos mis enemigos. Madre mía, dispón como quieras de mi corazón; yo te lo cedo gustosísima.

Jaculatorias y oración final


MARTES

Oración preparatoria

La Virgen.- ¿Ves, hija mía, este escapulario que tengo en mis manos?. Es la prenda más señalada que he dado a mis hijos los Carmelitas y a todos los Cofrades del Carmen para que confíen en mi protección soberana. El es el sello y exterior confirmanción de las promesas que tengo hechas a los que devotamente lo llevaren. El es una insignia riquísima, venero inagotable de bienes celestiales, señal de mi amistad, fianza y garantía de salvación. Tenle por lo tanto, hija mía, en grande estima, bésalo, abrázate con él, estréchalo fuertemente contra tu corazón y llévalo contigo todos los días de tu vida.

El Alma.- Flor del Carmelo, Madre mía muy amada, siempre ha tendio para mi irresistible hechizo el santo Escapulario: imposible me parece verlo, contemplarlo y conocer las promesas estupendas con que Tú, Madre mía, has querido enriquecerlo y no enamorarse de él y abrazarse con él y profesarle singular estima. ¿Como se concibe que haya en el mundo quien se burle de él?. No, Madre mía, no he de ser yo tan ingrata que no reconozca este beneficio tuyo. Yo te prometo, Reina del Carmelo, llavar siempre con veneración y respeto tu santo Escapulario.

Jaculatorias y oración final



MIÉRCOLES

Oración preparatoria
La Virgen.- Hija mía, ¿por qué lloras?. ¿Por qué desconfías tanto de salir triunfante de esas violentas tentaciones que tan sañudamente te combaten?. ¿Por qué te afligen tanto esas contrariedades tan propias de esta miserable vida de aquí abajo?. ¿Por qué no te abrazas gustosa a la cruz que yo, tu Madre, he querido cargar sobre tus hombros?. ¿Ignoras, hija mía, que el camino del sufrimiento es el más seguro para conquistar el reino de los cielos?. ¿Ignoras que una senda alfombrada de flores suele tener por remate un abismo...?. ¿Ignoras que yo estoy con lo que lloran y sufren, y no con los que locamente ríen y se divierten?.

El Alma.- Madre mía del Carmen, toma mi alegría y consuelo: confieso que me he afligido demasiado en mis penas, que me ha faltado resignación en mis trabajos, que no siempre me he acordado de Ti., que eres madre y madre cariñosísima, que he estado apunto de desesperarme, olvidando tus promesas, tus palabras de consuelo; que eres bálsamo de atribulados y Reina de los afligidos. Jamás, Madre mía, consentiré que mi corazón busque consuelo, descanso y reposo más que en Ti, dulce esperanza de mi vida.

                                                                                           Jaculatorias y oración final



JUEVES

                                                                   Oración preparatoria

La Virgen.- No olvides, hija mía, que nadie ha venido a implorar mi protección que haya ido sin consuelo. ¿Por qué temes y desconfías cuando tus súplicas no son al punto despachadas?. ¿No ves que me agrada sobremanera tu perseverancia en el pedir, tu fe ciega en mi bondad, tu rendimiento absoluto a mis palabras y a mis promesas?. No, hija mía, esas duda me desagrad; esa desconfianza en mi fidelidad atraviesa mi corazón de Madre compasiva... ¿Me crees capaz de faltar a mi palabra?.

El Alma.- Cierto es, Madre mía, que he llegado en alguna ocasión a desconfiar algún tanto en tus promesas; que me he inquiertado porque mis peticiones no eran lugo atendidas; que mi amor hacia Ti se ha enfriado algún tanto... ¡Ay! no siempre he sido yo verdadera hija tuya; mis oraciones y mis rezos no siempre han sido de tu agrado. Estaban faltos de espíritu interior, de esa piedad y religiosidad necesarias, para que sean gratos a tus oídos. No, Madre mía, no es que tú no hayas querido escuchar mis peticiones y súplicas, sino que estaban mal hechas, sin atención, sin devoción, maquinalmente... Ilumina y enciende mi corazón en tu amor para que jamás desconfíe de Madre tan cariñosa.

 
                                                                                 Jaculatorias y oración final


VIERNES

Oración Preparatoria


La Virgen.- Una cosa me es singularmente grata, hija mía, la práctica de la virtud. Con la virtud nací, y la virtud, en sus variadas y bellísimas formas, me sirvió de vestidura y me dio esos soberamos encantos que admiran en mi todas las criaturas. La virtud me hizo Madre de Dios; la virtud me llevó junto al calvario de mi Hijo; la virtud me da un puesto en la gloria muy superior al de otras criaturas, el primero despuús de la Santísima Trinidad; la virtud me mereció del Altísima los dulces titúlos de Madre de los hombres y Abogada de los pecadores.

El Alma.- No dudo, Madre mía, que a la virtud debes esos inefables encantos que extasian a los ángeles y refanies, y hacen las complacencias del mismo Dios. La virtud te encumbró al puesto más eminente que una criatura puede apetecer, cual es ser Madre de Dios. Más no siempre esta admiración mía por tu virtud ha sido lo provechosa que era de esperear, no siempre me ha arrebatado y llevado tras de sí e infundido en mi corazón deseos de imitarla. ¡Cuántas veces me ha parecido más hermoso el vicio que la virtud!. ¡Cuántas veces he corrido ciega y desbocada tras de la pasión halagadora, sabiendo, Madre mía, que con ello te disgustaba!. Yo te prometo, Estrella del Carmelo, poner en Ti mis ojos y seguir exactamente la ruta que Tú me trazares.

Jaculatorias y oración final.


SÁBADO
 
Oración preparatoria

 
La Virgen.- Ha dedicado el pueblo cristiano este día a mi honor y por esto deseo que tú, hija mía, también lo dediques. Hoy corporaciones religiosas, como mi Orden Carmelitana, que el sábado me tributan especiales cultos, y es mi voluntad que tú te asocies a ellas, si no puedes personalmente, por lo menos en espíritu. El sábado es un día que yo miro con especial cariño, un día que dedico a mis hijos los cofrades del Santo Escapulario del Carmen, aliviándolos y sacándolos del Purgatorio. ¡Y cómo suspiran las pobrecitas almas allí detenidas por este día!. ¡Y qué satisfacción tan grande para Mí poder aliviar a aquellos de mis hijos que en este mundo me horaron, llavando con devoción el Santo Escapulario!.

El Alma.- En verda, Madre mía, que es firme propósito mío obsequiarte todos los sábados de una manera muy especial, y que sea muy de tu agrado. Yo miraré este día como consagrado a Tí; yo procuraré andar en el sábado más recogida, más modesta, más embebida en la contemplación de tus inefables bellezas y más solicita en darte gracias por los innumerables beneficios que de Ti tengos recibidos. ¡Oh qué grato es pasar todos los días y singularmente el sábado en tu amable compañía, Virgen del Carmen!. Yo he de trabajar por visitarte diariamente, por cumplir con fidelidad la obligación que tengo como cofrade del Escapulario, para que en la hora de mi muerte. Tú seas mi abogada ante el Juez que me ha de juzgar, y mi libertadora de las llmas del Purgatorio, si la benignísima justicia de Dios se digna llevar mi alma a aquel lugar de expiación.

Jaculatorias y oración final












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