miércoles, 9 de febrero de 2011

Meditación por Amor.


MEDITACIÓN POR AMOR.

Señor Jesús, que me amas tanto. Tú, misericordioso, que has derramado tu sangre para salvarnos del pecado y de la muerte. Derrama con abundancia tu gracia redentora sobre todos los hombres, especialmente sobre los más alejados a Ti por el pecado. Te ofrezco esta meditación por todos mis seres queridos. Abre nuestros corazones para acoger tu gracia con fervor y constancia, para cumplir tu voluntad en nuestra vida y alcanzar la salvación. 

Petición:

Señor, dispón nuestros corazones a la acción constante de tu gracia salvadora.

Meditación:

"Jesús ve igualmente a los hombres como gente mala, absolutamente necesitada de la gracia. Él ha venido a salvar a los pecadores (Mt 9,13), y les dice abiertamente: vosotros sois malos (12,34; Lc 11,13). Él trae la misericordia del Padre, que es bondadoso con los ingratos y los malos (6,35). Los hombres, sujetos al influjo del Maligno (Jn, 8,44), no podemos nada sin su gracia (15,5). Y también enseñan eso los Apóstoles de Jesús. Todos estábamos muertos por nuestros delitos y pecados, todos estábamos muertos por nuestros delitos y pecados, todos estábamos enemistados con Dios, impotentes para el bien (Rm 3,23; Ef 2,1-3; Tit 3,3). Y si dijéramos otra cosa, seríamos mentirosos, y llamaríamos mentiroso a Dios (1 Jn 1,8-10). Todos malos, pecadores, muertos; pero Dios, que es rico es misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos por nuestros pecados, nos dio vida por Cristo: de gracia habéis sido salvados (Ef 2,4-5). (Sintesis de Espiritualidad Católica, 2ª parte, Cap. 6 Gracia y Libertad).


Reflexión apostólica:

La voluntad de Dios es que todos los hombres se salven mediante la gracia redentora de Cristo. Nuestra entrega a la Misión tiene que ser un secundar esta gracia en nuestra vida y en la vida de los que nos rodean. Cristo nos llama a ser instrumentos de su gracia, corredentores con Él, apóstoles de su amor y misericordia. Que nuestra vida cotidiana esté siempre envuelta en ese ambiente redentor en el que Cristo está siempre al centro y que todas nuestras acciones tengan el dulce olor de Cristo salvador.

Propósito:

En todas mis actividades tendré presente el fin último de mi vida que es llegar a Dios.

Diálogo con Cristo: 

¡Jesús, qué alegría saberme salvado por tu gracia!. Gracias por concederme sentirme renovado y fortificado con tu gracia santificante. Concédeme acercarme siempre a Ti con la fe y la sencillez del niño que todo lo espera de su padre. Que mi amor a tu amistad vaya siempre en aumento y el deseo de poseerte eternamente sea mi única ilusión!.

"Dios no se deja condicionar por nuestros perjuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma que es preciso salvar, y le atraen especialmente aquellas almas a las que se considera perdidas y que así lo piensan ellas mismas".

(Benedicto XVI, Ángelus, 31 de Octubre de 2010)



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