sábado, 22 de enero de 2011

La Pulsera de la Confianza

La Pulsera de la Confianza

¡Bendito el que confía en Dios y en la intercesión de la Santísima Virgen y de los Santos!. No ha de temer las adversidades de la vida, ya que recurre siempre a la protección divina a través de la oración.
De hecho, "el que no pide, no recibe", exhortación que repetía constantemente Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, a sus hermanas en el Carmelo.
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay algún padre entre vosotros que dé a su hijo una serpiente cuando le pide un pez?. ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?. Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cúanto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!. (Lc 11,9-13).
Comentado este pasaje del Evangelio, el gran San Bernardo decía así: Que nadie haga poco caso de la oración, ya que el Señor la estima tanto que nos da lo que pedimos o cosa mejor, si comprende que es más útil para nuestra alma.
En los conturbados y cada vez más paganizados días en los que vivimos, implorar el auxilio de Dios, por medio de la Virgen María y de los Santos, ho ha sido nunca tan necesario como ahora. Basta con que hagamos una breve oración, ya sea mental o vocal, para que nuestra mente y nuestro corazón se eleven hacia Dios, con el fin de alabarle, agradecerle los beneficios recibidos y pedirle lo necesario para nuestra salvación y la de nuestra familia.
Hoy le es tan fácil a Dios oír y atender nuestra súplicas y sanar las heridas ocultas de nuestra alma, como lo fuecuando vivió en la Tierra y curaba las enfermedades de los que a Él acudían. Tan sencillo le es calmar nuestras desordenadas pasiones, como cuando increpó al viento que se sosegara y se callaran las olas del mar.
Cuando Pedro tuvo miedo de ahogarse al ir hundiéndose en el Lago de Galilea gritó: Señor, sálvame. Y el Salvador le dio el poder de caminar sobre las aguas para que pudiera llegar hasta la barca. Si le rezáramos a Dios con la Fe de este apóstol y en los fervorosos términos del salmista: Desde lo más profundo os invoco, Señor (cf. Sal 130), tambie´n caminaríamos triunfalmente sobre las aguas revueltas que amenazan sumergirnos.

Para que todos nosotros no se nos olvide de adorar continuamente a Dios, por mediación de su Santa Madre y de los Bienaventurados del Cielo, existen las llamadas pulsera de la confianza, en la que figuran representadas algunas de las principales devociones populares, tales como: el Niño Jesús de Praga, el Sagrado Corazón de Jesús y Jesús Misericordioso, María Auxiliadora, el Inmaculado Corazón de María, la Inmaculada Concepción y las advocaciones de Ntra. Señora de Lourdes, Ntra. Señora de las Gracias, Ntra. Señora del Perpetuo Socorro, Ntra. Señora del Carmen, Ntra. Señora del Buen Consejo, y Ntra. Señora de Fátima, San José, San Pío de Pietrelcina, San Antonio de Padua, Santa Rita de Casia, San Francisco de Asís y San Juan Bosco,etc.
Para cada una de ellas, aquí puede Ud., leer una oración que le permitirá tener presente frecuentemente la necesidad de vivir de acuerdo a los mandamientos de la ley de Dios, de adorarle en el día a día y de pedir el favor de Ntra. Señora y de los Santos para obtener las gracias y los beneficios que cada cual más necesita.
Además de ser una manera sencilla de ayudarle a recordar y imitar a los Santos, si la llevamos con devoción, nos enfervorizará en la Fe y aumentará nuestra confianza en la omnipotencia divina.
Recen las siguientes oraciones, y pidiéndole a Dios, Nuestro Señor, por intercesión de la Santísima Virgen, para que les proteja a cada uno de Uds., con especiales bendiciones y gracias, como también a cada una de sus familias. Amén.
ORACIÓNES

Ntra. Sra. del Buen Consejo

Gloriosísima Virgen, escogida por el Eterno Consejo para ser la Madre del Verbo hecho carne, tesorera de las divinas gracias y abogada de los pecadores, yo, el más indigno de vuestros siervos, os suplico seáis mi guía y consejera en este valle de lágrimas.
Obtenedme, por la preciosa Sangre de vuestro Hijo, el perdón de mis pecados, la salvación de mi alma y los medios necesarios para conseguir todo esto.
Concededle a la Iglesia Católica el triunfo sobre sus enemigos y que el Reino de Cristo sea propagado por toda la Tierra.
 Amén.



Niño Jesús de Praga

¡Oh Niño Jesús, yo recurro a Vos y os ruego, por medio de vuestra Santísima Madre, me asistáis en esta necesidad (se pide la gracia deseada), porque creo firmemente que vuestra Divinidad puede socorrerme!. Espero con confianza obtener vuestra Santa Gracia.
Os amo con todo mi corazón y con todas las fuerzas de mi alma.
Me arrepiento sinceramente de mis pecados y os suplico, ¡oh mi buen Jesús!,
me deis fuerza para triunfar de ellos.
Tomo la resolución de no ofenderos más y me ofrezco a Vos en la disposición de sufrirlo todo antes de disgustaros. Desde ahora quiero serviros con fidelidad.
Por vuestro amor, ¡oh Divino Niño!,
amaré a mis prójimos como a mí mismo.
Niño lleno de poder, ¡oh Jesús!,
yo os suplico, me asistáis en esta circunstancia.
Hazme la gracia de poseeros eternamente con María y José, y la de adoraros con los Santos Ángeles de la Corte Celestial.
Amén.



María Auxiliadora

¡Oh María, Virgen poderosa, grande e ilustre defensora de la Iglesia. Singular Auxilio de los Cristianos, terrible como un ejército en orden de batalla!.
Vos sola habéis triunfado sobre todas las herejías del mundo.
¡Oh Madre, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, libradnos del enemigo y, en la hora de nuestra muerte, llevadnos al Paraíso!.
Amén.





San Antonio

¡Oh admirable San Antonio, glorioso por la celebridad de los milagros que has obrado, que tuviste la dicha de tner en tus brazos al Señor en forma de tierno infante, obtenme de su bondad la gracia que ardientemente deseo de lo íntimo de mi corazón!.
(Pedir la gracia deseada)
Tú que fuiste tan bondadoso con los pobres pecadores, no mires los pecados de quien te ruega, sino la gloria de Dios, que será otra vez exaltada por ti, y la salvación de mi alma, tan unida a la petición que ahora tan encarecidamente te hago.
Amén.



Ntra. Sra. de Lourdes

Inmaculada Señora y Madre mía, por el gran amor que habéis demostrado por los hombres dignándoos aparecer en una gruta tosca en Lourdes e instruir a la joven y dichosa Bernadette, os ruego que al llevar esta imagen vuestra, llenéis mi corazón de vuestras maternales dulzuras y me protejáis y amparéis todos los días de mi vida.
Así como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas de gracia, apagad en mí, ¡oh Señora!,
la sed por las cosas terrenas y limpiad mi espíritu, para que alcance la felicidad eterna.
Amén.



San Francisco de Asís

Glorioso San Francisco, santo de la simplicidad, del amor y de la alegría.
En el cielo contemplas las perfecciones infinitas de Dios.
Miranos con bondad.
Socórrenos en nuestras necesidades espirituales y corporales.
(Pedir la gracia deseada)
Ruega a nuestro Padre y Creador que nos conceda las gracias que pedimos por tu intercesión,
tú que siempre fuisteis tan amigo suyo.
He inflama nuestro corazón de un amor siempre mayor a Dios y a nuestros hermanos,
 principalmente a los más necesitados.
Amén.



Ntra. Sra. de Fátima

¡Oh Señora y Madre mía, me ofrezco todo a Vos, y en señal de mi devoción para con Vos, os consagro en este día y para siempre mis ojos, mis oídos, mi boca, mi corazón y todo mi ser!.
Y ya que soy vuestro, ¡oh incomparable Madre!,
guardadme y defendedme como propiedad vuestra.
Acordaos que os pertenezco, tierna Madre, Señora nuestra.
Guardadme y defendedme como cosa propia vuestra.
Amén.



San José Obrero

Glorioso San José, modelo de todos los trabajadores, obtenedme la gracia de trabajar con un espíritu penitente para reparar mis pecados; para trabajar conscientemente, anteponiendo el deber a mis tendencias e inclinaciones; para trabajar con gratitud y gozo, considerendo como un honor usar y desarrollar con mi trabajo los dones que he recibido de Dios; para trabajar con orden, paz, moderación y paciencia, y nunca ceder ante el cansancio o las dificultades.
Ayudadme a trabajar, con pureza de intención y desprendimiento, teniendo siempre antes mis ojos la hora de la muerte y la cuenta que debo dar a Dios por mi tiempo perdido, talentos desperdiciados, omisión de buenas obras, y vana complacencia por el éxito, tan fatal para el trabajo de Dios.
Todo por Jesús, todo por María, todo por seguir vuestro ejemplo,
¡oh Patriarca San José!.
Amén.



Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, mi corazón rebosa de confianza en Vos a causa del nombre que lleváis. Heme, pues, a vuestros pies; venga a manifestaros todas las necesidades de mi vida como de mi muerte; vengo a implorar, como remedio a tantas miserias, vuestro maternal socorro.
Dignaos, ¡oh Madre mía!, escuchar compasiva mis humildes súplicas.
Alabada, amada, invocad, bendita eternamente seáis,
¡oh Nuestra Señora del Perpetuo Socorro!,
esperanza mía, amor mío, Madre mía, felicidad mía y vida mía.
Amén.


Jesús Misericordioso

¡Oh Dios de gran misericordia, bondad infinita, hoy toda la humanidad clama, desde el abismo de su miseria, a vuestra misericordia, a vuestra compasión,¡oh Dios!;
y grita con la potente voz de la miseria.
Dios indulgente, no rechacéis la oración de los desterrados.
¡Oh Señor, bondad inconcebible que conocéis perfectamente nuestra miseria y sabéis que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta Vos, os imploramos, anticípanos vuestra gracia y multiplica incesantemente vuestra misericordia en nosotros para que cumplamos fielmente vuestra santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y a la hora de la muerte.
Que la omnipotencia de vuestra misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como tus hijos, esperemos vuestra última venida que sólo Vos conocéis. Y a pesar de toda nuestra miseria, esperamos recibir todo lo que Jesús nos ha prometido, porque Jesús es nuestra esperanza; a través de su Corazón misericordioso, como a través de una puerta abierta, entraremos en el Cielo.
Amén.


Inmaculado Corazón de María

¡Oh Corazón Inmaculado de María, desbordante de amor a Dios y a la humanidad y de compasión por los pecadores, me consagro por entero a Vos!.
Os confío la salvación de mi alma.
Que mi corazón esté siempre unido al vuestro, para que me separe del pecado, ame más a Dios y al prójimo y alcance la vida eterna juntamente con aquellos que amo.
Medianera de todas las gracias y Madre de Misericordia, reocrdad el tesoro infinito que vuestro divino Hijo ha merecido con sus sufrimientos y que nos confió a nosotros sus hijos. Lleno de confianza en vuestro maternal corazón, que venero y amo, acudo a Vos en mis apremiantes necesidades. Por los méritos de vuestro amable e Inmaculado Corazón y por amor al Sagrado Corazón de Jesús, obtenedme la gracia que pido.
(Pedid la gracia deseada)
Madre amadísima, si lo que pido no fuere conforme a la voluntad de Dios, interceded para que se conceda lo que sea para la mayor gloria de Dios y el bien de mi alma.
Que yo experimente la bondad maternal de vuestro Corazón y el poder de intercesión ante Jesús ahora en mi vida y en la hora de mi muerte.
Amén.
Inmaculado Corazón de María, fiel imagen del Sagrado Corazón de Jesús, haced mi corazón semejante al vuestro.


Santa Rita de Casia


¡Oh poderosa Santa Rita, llamada abogada de los casos desesperados, auxilio en la última esperanza, refugio y salvación en el dolor que conduce al abismo y de la desesperación: con toda la confianza en tu celestial poder, recurro a ti en el caso difícil e imprevisto que oprime dolorosamente mi corazón!.
Dime, ¡oh Santa Rita!, ¿no me vas a ayudar tú?. ¿No me vas a consolar?. ¿Vas a alejar tu mirada y tu piedad de mi corazón, sumamente atribulado?. 
¡Tú también sabes lo que es el martirio del corazón!.
Por las atroces penas, por las amargas lágrimas que santamente derramaste, ven en mi ayuda.
Habla, ruega, intercede por mí, que no me atrevo a hacerlo, al Corazón de Dios, Padre de misericordia y fuente de toda consolación, y consígueme la gracia que deseo.
(Pedid la gracia deseada)
Presentada por ti seguro que Dios me escuchará: y yo me valdré de este favor para regenerar mi vida y mis costumbres, para cantar en la tierra y en el cielo las misericordias divinas.
Amén.





Ntra. Sra. de las Gracias


¡Oh Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, al contemplaros con los brazos y manos extendidos esparciendo gracias sobre los que os las piden, lleno de una confianza muy viva en vuestra poderosa y segura intercesión, aunque reconociendo mi indignidad a causa de mis numerosas culpas, oso aproximarme a Vos para pediros por mis actuales necesidades !.
(Pedir la gracia deseada)
Escuchad, ¡oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, este favor que con confianza os solicito para mayor gloria de Dios, engrandecimiento de vuestro Nombre y bien de mi alma.
Y para servir mejor a vuestro divino Hijo, inspiradme un odio profundo al pecado y dadme el valor de reafirmarme siempre como verdadero cristiano.
Amén.




San Pío de Pietrelcina


Santo padre Pio, ya que durante tu vida terrena mostraste un gran amor por los enfermos y afligidos, escucha nuestros ruegos e intercede ante le Padre misericordioso por los que sufren, especialmente por... (se menciona el nombre)
Asiste desde el Cielo a todos los enfermos del mundo; sostén a quienes han perdido toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o mediarse por falta de recursos materiales o ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque deben trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa; acompaña a quienes pasan las noches insomnes; visita a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a quienes pasan una "noche oscura" y desesperan; toca los miembros y músculos que han perdido movilidad; ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran; calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; concede paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve la paz y la alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los padecimientos de los más débiles y ancianos; vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento; guía a los moribundos al gozo eterno; conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios; y bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor, los consuelan en su angustia y los protegen con caridad.
Amén.




Sagrado Corazón de Jesús

Corazón de Jesús, en Vos confío, pero aumentad mi confianza. 
Vos dijisteis: Pedid y recibiréis.
Confiando en vuestras promesas, vengo a pediros vuestra ayuda.
Vos estáis más interesado en nuestra felicidad que nosotros mismos. Por eso pongo en vuestro Corazón mis peticiones, mis preocupaciones, mis sufrimientos y mis esperanzas.
(Pedir la gracia deseada)
Jesús, manso y humilde corazón, haced mi corazón semejante al vuestro.


Ntra. Sra. del Carmen


¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmelo!.
Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección.
Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos.
Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso.
Amén.




Inmaculada Concepción de María


Santísima Virgen, yo creo y confieso vuestra Santa e Inmaculada Concepción pura y sin mancha.
¡Oh Purísima Virgen, por vuestra pureza virginal, vuestra Inmaculada Concepción y vuestra gloriosa calidad de Madre de Dios, alcanzadme de vuestro amado Hijo la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, de cuerpo y de espíritu, una santa perseverancia en el bien, el don de oración, una buena vida y una santa muerte.
Amén.




San Juan Bosco


Necesitado de un auxilio especial, con gran confianza recurro a ti, 
¡oh glorioso San Juan Bosco!.
Necesito no sólo gracias espirituales, sino también gracias temporales, y principalmente...
(Pedir la gracia deseada)
Tú, que has tenido tanta devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora, que te compadeciste de las desventuras humanas y te dedicaste celosamente a la formación de la juventud, vela por nuestros jóvenes y alcanza de Jesús y de su celestial Madre la gracia que te pido, así como la resgnación entera a la voluntad de Dios.
Amén.



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